Jesús dijo a Tomás: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto». Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Le dijo Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí?
»Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».
Mis huellas, tu horizonte
mis pasos, tu presencia
mi quietud, tu llamada
mi cuidado, tu entrega
mi canto, tu evangelio
mi orgullo, tu paciencia
mi temor, tu alianza
mi huida, tu insistencia
mi trinchera, tu cruz
mis dudas, tu certeza
mi frío, tu pasión
mi grito, tu respuesta
mis ansias, tu banquete
mi temblor, tu firmeza
mi soledad, tu gente
mi flaqueza, tu fuerza.
Tu camino,
tu verdad
y tu vida.
Nuestro amor,
nuestra fiesta.
(José María R. Olaizola, SJ)